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16 de Julio de 1930: día que se inauguró la Plaza de la Cuaró de Rivera
Cuando se inauguró, la plaza era un descampado apenas alambrado para evitar que las vacas, los caballos y fundamentalmente los burros de los Lagartos la usaran como invernada.

EL PALENQUE DE ROBERTO BETO ARAUJO desde Rivera para FM FUTBOL.
El 16 de Julio de 1930, hace hoy 95 años se inauguraba la plaza 18 de Julio de la Cuaró.
En un acto que comenzó en una neblinosa mañana de julio (como prueba que eso de la niebla en julio no es novedad) sobre un estrado construido sobre lo que hoy es Monseñor Vera y Cuaró con la presencia del Presidente del Consejo Departamental de Gobierno don Agustín Ramon Bisio, el Juez de Paz, el Jefe del Cuartel y demás autoridades, se llevó a cabo la ceremonia inaugural de la Plaza de la Cuaró, que comenzó como siempre con el Himno Nacional y terminó como siempre con la marcha “A Mi Bandera”, entonada por los niños y niñas de la vieja escuela cinco.
La Cuaró era por entonces un “amuchamiento” de ranchos de palo a pique y alguna que otra casucha de madera y más rumbo a la línea alguna que otra casa de ladrillo sentado en barro.
El centro de Rivera Chico estaba en lo que hoy es Segarra (antes Caraguatá) y Paysandú, donde hasta hoy sobrevive casi que intacto el casco histórico del barrio. Más al fondo las Quintas al Norte y sobre la línea aún se elevaban las Murallas de la casa de Los Pignone, donde se enclavaban las ruinas de la posta de diligencia, donde el Mayoral Carballo trajo por tres décadas a los primeros pobladores del incipiente Pueblo de Rivera.
La Cuaró era por entonces un sinuoso camino de tierra colorada, que se arrastraba entre el rancherío, y a la altura de lo que hoy es el Liceo, pegaba una graciosa curva en “S”, y se zambullía en el pantano de Paso de la Estiva, que debe su nombre precisamente a que era allí donde los bagalleros estivaban su carga que habría de trepar la cuchilla con rumbo al litoral y sur.
Cuando se inauguró, la plaza era un descampado apenas alambrado para evitar que las vacas, los caballos y fundamentalmente los burros de los Lagartos la usaran como invernada.
En la esquina una casucha de ladrillo sentado en barro donde se enclavaba la Comisaria de Fronteras, en la otra Punta sobre lo que es hoy calle Artigas un centenario árbol de Ibirapitá, en cuya sombra años después se sentaría “siesta tras siesta” doña Juana de Ibarborou, garabateando sus apuntes que con los años se convertirían en clásicos de la Literatura Nacional y Latinoamericana.
Nacía así la Plaza 18 de Julio, hace hoy 95 años, pero desde entonces debió esperar la llegada del Padre Silva, para que enancado el espíritu comunitario de todo un barrio la convirtiera en Plaza propiamente dicha, con bancos, pasadizos y farolitos, que en su tenue fulgurar habrían de cobijar amoríos y romances, de los cuales se engendraron muchísimas familias que hoy pueblan Rivera Chico.
Festivales de Canto Popular, con insignes figuras del arte nacional, actos políticos, caudillos de renombre, desde el Viejo Herrera, Luis Batlle y el General Seregni aflautaron sus gargantas en épicos discursos electorales; y como no podría ser de otra forma, carnavales deportivos con los festejos de los innumerables triunfos del viejo y del nuevo Frontera.
Allí festejamos en el 98 cuando ascendimos en el Viera, y un “contrera” (cuando no) directivo del Club nos esperó con el Club cerrado, allí hicimos una épica asamblea en el 2016, donde le cambiamos el rumbo a la historia de Frontera Rivera y reivindicamos nuestra condición de Club AUF.
Allí a principio de los setenta se enclavó un edificio que albergaba un Juzgado de Paz, una biblioteca y una sucursal del correo. Edificio este que años después por absurdos revanchismos políticos, alguien mandó demoler.
Allí se escribió gran parte de la historia del Barrio, y allí sigue germinando la idea de elevar un estandarte de identidad e idiosincrasia que nos hace diferentes.
Feliz cumple plaza de mi barrio.