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2022: La Entrega Más Grande en la Historia de la OFI

"Perder una elección interna no es delito. Pero usar esa derrota personal para justificar un pacto político con el histórico adversario del interior… eso no solo es impresentable: es una indignidad histórica"

LA OFI REAL /Desde la frontera Rivera Livramento Eduardo Mérica para FMFUTBOL.

Hay decisiones que marcan una gestión.
Y hay decisiones que marcan un quiebre irreparable.

Lo que vivimos en la Organización del Fútbol del Interior en el período (2022-2025) no fue un error, ni un mal cálculo, ni una torpeza diplomática.
Fue, lisa y llanamente, una entrega.
Una claudicación.
La renuncia más humillante que el fútbol del interior recuerde desde su fundación en 1946.

Porque para obtener un sillón, una chapa, un cargo, un puñado de poder burocrático, el presidente de turno decidió ofrendar al interior entero en bandeja de plata.

No hubo negociación.
No hubo defensa.
No hubo dignidad.

Hubo rendición.

El Precio de un Cargo: El Interior Entero

El fútbol del interior resistió durante décadas la presión centralista.
Aguantó atropellos, desinterés, burocracias, promesas incumplidas.
Aguantó la prepotencia de un sistema que solo mira al kilómetro cero, a la capital, al negocio televisivo y a los sillones alfombrados.

OFI se mantuvo firme.
Porque los presidentes anteriores —buenos, malos o regulares— entendían una cosa elemental:

OFI no se vende. OFI se defiende.

Hasta que llegó una presidencia que hizo exactamente lo contrario.

Perder una elección interna no es delito.
Pero usar esa derrota personal para justificar un pacto político con el histórico adversario del interior…
eso no solo es impresentable:
es una indignidad histórica.

Y eso fue lo que muchos dirigentes describieron con una claridad brutal:

“Entregó todo para salvarse él.” “Se arrodilló ante la AUF.” “Nos dejó huérfanos.”

La Puerta que Nunca se Debió Cruzar Así

La relación OFI–AUF siempre fue complicada.
Pero nunca, jamás, un presidente había llegado a la AUF en un estado de sumisión política tan evidente.

El interior no vio un negociador.
No vio un estratega.
No vio un líder.

Vio a un dirigente desesperado por conseguir apoyos donde fuera, aunque eso significara rifar 80 años de lucha federada.

Fue un gesto que hirió el alma del interior.
No por integrar, sino por entregarse.

Porque integrarse es dialogar.
Entregarse es obedecer.

Y lo que vieron los clubes, las ligas, los delegados de pueblo y barrio fue precisamente eso: obediencia, no estrategia.

Una Presidencia que Renunció al Deber Más Sagrado

OFI nació para defender lo que la AUF nunca entendió:
que el fútbol del interior es identidad, cultura, territorio, sacrificio, sentido de pertenencia.

Los clubes se sostienen con rifas, con ferias, con kermeses, con madres haciendo tortas fritas bajo la lluvia.
No con sponsors bancarios ni negocios televisivos.

Cuando un presidente de OFI decide actuar como un operador político en lugar de como un defensor del interior, rompe el pacto fundamental:
ese pacto no escrito entre la dirigencia y su pueblo futbolero.

Y lo que hizo esta presidencia fue romperlo con estruendo.

La Lectura Política Más Cruda

La lectura dominante fue simple—y durísima:

“Cambió la independencia del interior por un cargo.” “Vendió la autonomía por una silla.” “Hizo política chica con una institución grande.”

No hay forma elegante de decirlo:
la percepción generalizada fue que eligió el poder por encima de la historia, el cargo por encima de la causa, la conveniencia personal por encima del mandato de 80 años de resistencia interiorista.

Algo que Quedará Marcado con Fuego

Las presidencias pasan.
Los cargos se olvidan.
Las jugadas políticas se diluyen.

Pero las traiciones simbólicas… esas quedan para siempre.

Para muchos dirigentes, esta fue la mayor renuncia histórica de la OFI desde su fundación.

Un presidente que, en lugar de defender al interior, lo entregó.
Que, en lugar de levantar la voz, la bajó.
Que, en lugar de honrar a los fundadores, los ignoró.

El interior no olvida.
El interior no traga amargo sin devolver el golpe.
El interior sabe cómo huele una entrega…

Y esta, para la memoria colectiva, fue enorme.

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