Amateurismo

La Epopeya Oculta del Fútbol Barrial de Montevideo

La república de los potreros: cuando Uruguay tenía miles de escudos, camisetas y sueños sin césped.

AMATEURISMO/Desde Montevideo Eduardo Mérica para FMFUTBOL.

 

Si uno quisiera escribir la verdadera historia del fútbol uruguayo —la profunda, la de carne viva, la que respira en las veredas— debería empezar lejos de los estadios oficiales, lejos del cemento centenario y lejos de los trofeos que brillan en las vitrinas.
La verdad está allá abajo, donde empezó todo: en los campitos, en los potreros, en los baldíos que a comienzos del siglo XX tapizaban Montevideo como si la ciudad hubiera nacido para albergar una pelota.

Ese universo —mitológico, inmenso, improbable— fue la cuna de miles de clubes barriales que dieron origen al ADN futbolero de un país que iba a conquistar el mundo sin saberlo.
Porque antes de las Copas América, antes de los Mundiales, antes del profesionalismo, ya existía una nación que jugaba por instinto, por alegría y por orgullo de calle.

Los primeros latidos (1900 – 1910): el aluvión de clubes

 

En el segundo semestre de 1900, el periódico El Siglo quedó sorprendido ante lo que describió como una “proliferación incontenible” de clubes nuevos. Era literalmente una explosión social:
Agraciada, Abayubá, Americanos, Artigas, Alianza, Constitution, Cualestomber, Eastern, Ferrocarril, Júpiter, Lavalleja, Liberal, Liverpool, London, Manchester, Napoleón, Nelson, Oriental, Patria, Phoenix, Pretoria, Progreso, Rincón, San Martín, Sarandí, Solís, Thamesis, Treinta y Tres, Tritón, Triunfo, Unión, Universo y Uruguayos F.C.
Una lista tan extensa que parecía un censo de países más que una nómina de equipos.

A ellos se sumaban, apenas cinco años más tarde, las primeras ligas formales:
la Liga Unión Partidaria de Football (1905), la French Association Football League (1906), la Liga Wellington, la Liga Nacional de Football, la Liga Juniors Montevideo, la Liga Old Man y, en 1910, la Nueva Liga Artigas.
Cada barrio quería su escudo. Cada vecino, su camiseta. Cada esquina, su cancha. Era una revolución sin estatutos ni manual.

En la imagen el famoso e imbatible GUARANI, MAXIMO CAMPEON DE LA ANTIGUA LIGA GURUYU DE LA ADUANA de 1950.

Las canchitas sagradas: la Montevideo que pateaba hasta en las aceras

 

Décadas después, Montevideo seguía latiendo al ritmo de los domingos barriales.
La Red 21 lo describió en 2009 con una imagen inolvidable:

“La guinda de cuero volaba entre potreros y canchitas donde nacieron los grandes cracks.”

Por la Aduana, entre los boliches El Hacha y La Telita, surgían equipos bravíos:
Isabelino Gradín, La Marina, El Hacha.
Ahí mismo jugaban Larraura, Besuso y Muñiz, bohemios de una época donde el fútbol era poesía popular.

En el Reducto florecían el Tres Estrellas, El Dryco, El Valdoco, con la vieja Carbone haciendo diabluras y con defensores de Primera mezclándose sin vergüenza entre pibes amateurs.
Porque había un código: en enero y en febrero, las estrellas jugaban donde querían jugar, no donde tenían contrato.

En la Liga Sayago aparecía Juancito López —sí, el del Maracaná— con su termo bajo el brazo, dando indicaciones como si dirigiera a campeones del mundo.
En Palermo nacía el legendario Mar de Fondo.
En el Cerrito de la Victoria, El Lucero y El Independiente disputaban clásicos arbitrados por Esteban “el Turco” Marino, juez internacional y zapatero del barrio.

Y entre las sombras de esos arcos torcidos pasó lo mejor del fútbol uruguayo:
Ghiggia, Schiaffino, Julio Pérez, Míguez, Vidal.
Los campeones del mundo también bajaban a los potreros.

Los nombres más hermosos del mundo: la creatividad barrial

 

El alma del fútbol barrial se expresa en sus nombres. Nombres que solo pueden existir en Uruguay. Nombres que condensan humor, barrio, ironía, identidad y sueños.

Entre ellos:

• Viejo Verde F.C.

Del que poco se sabe… quizás porque nadie quería admitir que el nombre lo homenajeaba a él mismo.

• La Albóndiga

Equipo de la Aduana y la Ciudad Vieja de fines de los 60.
Ganador de copas amistosas. Semillero del actual Alas Rojas.

• Ideal de los Novios

¿Homenaje a una tienda de trajes?
¿A un vals de Felicetti?
¿A la esperanza del amor joven?
Cada versión es más linda que la otra.

• La Murmuración Pasa F.C.

Equipo del barrio La Figurita, bautizado en honor a una obra teatral de Alfredo Duhan.

• UFA!

Un grito uruguayo convertido en camiseta.

• Ay Ay Ay F.C.

Más que un equipo: un lamento convertido en cuadro.

• Media Luna F.C. (Colón, años 50)

• Bicho Feroz, Arriba y Abajo, Yacumenza (Liga Palermo)

• Lengue Lengue, Truchita F.C., El Galeón F.C., Tritón

El océano hecho equipo.

• Johnnie Walker

Fundado por empleados del importador del whisky.
Enfrentó a Cigarrillos Latinos.
Partidos con aroma a vicio.

• Defensores de Larrañaga

Empleados del hospital, no del político.

• Peligro F.C.

Nombre que advertía más que una señal de tránsito.

• Enciclopédico, Rápido Agrícola, Lazerito, Sin Práctica, Vanguardias de la Patria, Desiderio, Togo

Equipos que parecían relatos de Felisberto Hernández.

• Bleriot Athletic Club

Homenaje al aviador Louis Blériot.

• Jorge V F.C.

Un rey británico en un barrio uruguayo.

• Sportivo Miró

Inspiración del pintor Joan Miró.

• El Rayo, Rápido Tortuga, Resorte F.C.

Velocidad, lentitud y salto alto convertidos en fútbol.

• El Hacha F.C., La Esquina F.C., Velocípedo Juniors, La Percha, El Chaleco

Equipos que nacían de los boliches o de las prendas de ropa.

• Piantadino F.C.

Obligado a cambiar de nombre por ser “antisocial”.
Renace como Potencia F.C.

• Tutanka no baja

Equipo surgido entre estudiantes que compartían una visita común a un famoso “salón de citas”.

• Esperanto F.C., Clericeti y Barella, Canformetil, Oteadam Chevrolet, Te Lo Envolvo, Australia Juniors, Montevideo Tucán, Volantes del Uruguay, El Moscón, Formidable, Orfeón Español

Un diccionario de magia futbolera.


Los torneos del Cerro y la galaxia perdida de equipos

 

La Liga Amateur del Cerro organizó un torneo del que hoy solo quedan fotos y listas de nombres, publicadas por La Mañana:
Atenas, Berna, Dínamo, Fabrín, Flecha de Oro, Holanda, Independiente, Internacional, La Colorada, Las Acacias, Las Casitas, Las Flores, Misterio, Puerto Rico, Tito Borjas y Uruguay.

Los jueces pertenecían a la Federación Amateur. Las canchas eran prestadas.
Pero la pasión era profesional.


El presente: sigue siendo infinito

 

Un estudio del estadígrafo Gabriel Ladetto Porrini, actualizado por Agustín Montemuiño, identifica más de 25 ligas amateurs solo en Montevideo y área metropolitana:
Liga Universitaria, ANFA, Liga América, Liga O.F.A., Liga Integración, La Liga Uy, Liga MVD, Liga Celeste, Liga Guruyú, Liga 21, Liga PRO, Pre-Veteranos, Liga Canaria, Liga Prado, Liga Carrasco, Liga Banco República…
Más de 500 equipos, miles de jugadores, decenas de miles de historias.

Uruguay continúa siendo, como siempre, el país que más juega al fútbol por metro cuadrado en el mundo.


Conclusión: la patria de los potreros

 

El fútbol barrial no fue un capítulo menor:
fue el cimiento de toda la gloria posterior.
Antes de los estadios, antes de los héroes, antes de las epopeyas internacionales, existieron esos nombres increíbles, esos cuadros pequeños, esos vecinos que corrían detrás de una pelota como si fuera el futuro.

La historia del fútbol uruguayo está escrita en césped, sí.
Pero está tatuada, sobre todo, en tierra, barro, baldío, tablones torcidos y camisetas inventadas.

Ahí empezó todo.
Ahí empieza siempre.

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