CONMOCIÓN EN LA PRENSA DE MINAS. Golpear al mensajero: la violencia que quiso silenciar a una voz del pueblo como lo es el periodista Román Nappa
Periodistas en Red Asociados expresó su repudio, pero no hace falta pertenecer a una gremial para entender lo que está en juego. Lo que se intentó vulnerar no es solamente la integridad física de un trabajador de prensa; es el derecho de toda la comunidad a estar informada, a debatir, a cuestionar, a exigir transparencia.

PERIODISTAS EN RED/Desde Minas, Lavalleja ENTREVISTA Fabián Magallanes y Eduardo Mérica para FMFUTBOL.
La ciudad amaneció con una noticia que duele más que cualquier estadística criminal: el presidente de Periodistas en Red Asociados, el comunicador Román “Tarro” Nappa, fue víctima de una cobarde agresión, perpetrada en su propia tierra, en las calles que lo vieron crecer y que tantas veces recorrió para contar historias que otros preferían callar. No fue un robo. No fue un arrebato. No fue “inseguridad al pasar”. Fue un mensaje. Un intento brutal de apagar una voz incómoda.
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Nappa, conductor desde hace más de una década del programa “Sin Pelos en la Lengua”, un espacio radial que se ha vuelto indispensable para el debate público, sufrió lesiones múltiples tras ser abordado por atacantes que eligieron el patoterismo como refugio de su cobardía. Golpearon al periodista, pero lo que buscaban era golpear la palabra. Amordazar, mediante la violencia, aquello que no pudieron rebatir con argumentos.
Porque cuando un comunicador es atacado por ejercer su tarea, el hecho deja de ser un delito común y se convierte en un intento directo de coartar la libertad de expresión, ese derecho que sostiene todas las libertades restantes, ese que incomoda a quienes preferirían que la crítica no exista.
La agresión a Nappa no es un episodio aislado: es un síntoma. Un signo alarmante de que hay quienes creen que pueden torcer la opinión pública a golpes, que pueden disciplinar a los periodistas con miedo, que pueden ponerle precio o castigo al ejercicio de informar. Pero se equivocan. Cada ataque a un periodista multiplica las voces que se levantan en su defensa. Cada intento de silencio siembra más ruido del que quisieron acallar.

Periodistas en Red Asociados expresó su repudio, pero no hace falta pertenecer a una gremial para entender lo que está en juego. Lo que se intentó vulnerar no es solamente la integridad física de un trabajador de prensa; es el derecho de toda la comunidad a estar informada, a debatir, a cuestionar, a exigir transparencia. No se golpea solo a Nappa: se golpea el corazón mismo del espacio democrático.
Los agresores quisieron dar un escarmiento. Pero lo que lograron fue encender una señal de alarma que no se apagará fácilmente. Nos obliga a reafirmar –sin titubeos ni eufemismos– el compromiso indeclinable con la libertad individual, la libertad de expresión y el derecho a ejercer el periodismo sin miedo.
Porque cuando la violencia se mete donde deberían estar las ideas, la sociedad tiene la obligación de no callar. Y si querían silenciar a Román Nappa, solo consiguieron que se escuchara más fuerte lo que todavía falta decir.



