Amateurismo

Una novela Clara: La vecina de la azotea y el altillo del arte

Clara, con su pasión por la crónica y la historia, se convirtió sin querer en la principal influencia para que Nicky se sumergiera en el periodismo.

AMATEURISMO EN EL BARRIO ARROYO SECO/Desde Montevideo Eduardo Mérica para DIARIO URUGUAY.

Capítulo 11 Silvia, la vecina de la azotea

La llegada de Silvia al corazón de Nicky fue un capítulo inesperado en la saga del Arroyo Seco, que Nicky le relató a Clara con una mezcla de pánico y euforia, como si hubiera descubierto un nuevo territorio inexplorado desde su atalaya en la azotea.

El primer amor de Nicky no llegó a través de la escuela, sino por la peculiar geografía de su edificio en Entre Ríos y Agraciada. El edificio constaba de dos bloques unidos solo por una terraza comunitaria que servía de punto de encuentro no oficial. Silvia se mudó al bloque contiguo y, de repente, la azotea dejó de ser solo el lugar para colgar la ropa o espiar los trenes. Se convirtió en el escenario de las primeras miradas robadas, sonrisas nerviosas y conversaciones nocturnas bajo las estrellas montevideanas.

Nicky estaba perdido. Por primera vez, su amistad con Clara no era suficiente para navegar la tormenta de emociones que sentía. Buscó a su amiga en la vieja y confiable finca de la calle Tapes.

Los consejos de Clara: «El peligro de los primeros besos»
Clara, siempre la cronista y la pragmática del dúo, escuchó la historia de Silvia con atención. Cuando Nicky le preguntó, con los ojos brillantes, sobre el inminente primer beso, Clara le dio un consejo que él recordaría toda la vida:
—Nicky, los primeros besos son peligrosos.
Nicky la miró, confundido. ¿Peligrosos?
—No es peligroso porque sea algo malo —explicó Clara, ajustando sus lentes imaginarios de historiadora—. Es peligroso porque un primer beso se te graba a fuego en la memoria. Marca el antes y el después. El olor, el sabor, la torpeza… te va a acompañar para toda la vida. Asegúrate de que sea con alguien que valga la pena, con alguien que te haga sentir que la azotea es el único lugar en el mundo. No lo desperdicies.

Sus palabras, llenas de la sabiduría que extraía de las historias del barrio y sus propios textos, calaron hondo en Nicky. Clara le aconsejó que se tomara su tiempo, que disfrutara de la anticipación y la dulzura del momento previo. Que el primer beso de Nicky y Silvia no fuera un impulso, sino una decisión consciente, digna de un capítulo especial en sus vidas.

Nicky asintió. La azotea y los corredores de apartamentos serían testigos de ese momento único, un recuerdo para toda la vida, tal como Clara le había advertido.

Capítulo 12 El altillo del arte

La azotea se había convertido en el estudio de Nicky. Inspirado por la luz tenue del atardecer que teñía el horizonte del Arroyo Seco y las historias de inmigrantes que Clara le contaba sin cesar, Nicky se encontró atraído por un nuevo arte: pintar paisajes con crayolas. No eran óleos sofisticados, sino colores vibrantes y trazos intensos que captaban la esencia de su vista desde Entre Ríos.

Clara lo encontró una tarde, sentado en el suelo de cemento, con las manos manchadas de cera azul y verde. Él estaba completamente concentrado en plasmar el Palacio de la Luz a lo lejos, la silueta eléctrica destacando sobre un cielo anaranjado.
—¿Qué haces, espía de trenes? —preguntó Clara con su habitual tono de broma.
Nicky levantó la vista, con una sonrisa nerviosa. —Solo… intentando capturar esto antes de que desaparezca. Las crayolas no son muy profesionales, pero…

Clara se acercó y se sentó a su lado, observando el paisaje incompleto. Era rudimentario, pero vibrante y lleno de vida. Veía la pasión de Nicky en cada trazo, una dedicación que nunca le había visto antes. En ese momento, algo cambió en la mirada de Clara. No vio al niño de los rulos indomables con el que había compartido un banco de escuela durante seis años, ni al amigo leal que guardaba sus secretos.

Vio al artista. Vio la sensibilidad en sus dedos manchados y la profundidad en sus ojos mientras miraba el horizonte. La luz del atardecer le daba un resplandor dorado que nunca antes había notado. Era como si, de repente, la persona que conocía de toda la vida se hubiera revelado como un extraño fascinante. El corazón de Clara dio un vuelco inesperado, un latido que no tenía nada que ver con la amistad fraternal que habían cultivado.

Se encontró observándolo de otra manera. Su mente, usualmente ocupada con crónicas y fechas, se llenó con una nueva pregunta: ¿Era posible que el amigo de VERDAD que había jurado que nunca amaría de otra forma, pudiera ser, después de todo, el protagonista de un tipo de historia de amor completamente diferente? La azotea, testigo de las incipientes miradas de Nicky hacia Silvia, ahora guardaba un nuevo secreto, uno que Clara aún no se atrevía a nombrar.

Capítulo 13 El Giro del Artista al Reportero

Clara, con su pasión por la crónica y la historia, se convirtió sin querer en la principal influencia para que Nicky se sumergiera en el periodismo.

La epifanía de Nicky no ocurrió en la azotea pintando con crayolas, sino en las conversaciones que siguieron. Clara, al ver sus vibrantes paisajes, notó una cosa: lo que realmente impulsaba a Nicky a pintar no era el arte abstracto, sino el deseo de documentar y capturar el «ahora» del barrio, la vida cotidiana que se desarrollaba bajo sus ojos.

De crayolas a cuadernos de notas: Clara le sugirió que, además de pintar, escribiera lo que veía. Le prestó uno de sus cuadernos de repuesto y le enseñó a observar con ojo crítico: no solo el tren pasando, sino quién viajaba en él, no solo las fachadas de Agraciada, sino las historias de los comerciantes.

La Influencia Sutil pero Fuerte: Clara nunca le dijo: «Debes ser periodista». En cambio, le ofrecía pequeños desafíos. «Escribe un pie de foto para este dibujo», o «Describe el olor del café de Hulvia con palabras que te hagan sentirlo». Despertó en él la habilidad de narrar con palabras, no solo con colores.

Historias Compartidas: Juntos comenzaron a documentar la transformación del barrio. Nicky usaba sus dibujos como ilustraciones para las pequeñas crónicas que Clara le ayudaba a pulir. Se convirtieron en un equipo de campo.

El Destino del Periodista
La pasión por el periodismo se encendió en Nicky gracias a esa guía sutil de Clara. Ella le dio las herramientas y la perspectiva: el valor de la historia oral, la importancia de los detalles, la ética de contar la verdad de la gente.

El Vínculo Consolidado: La influencia de Clara cimentó aún más su amistad. Ahora compartían una misión: ser los cronistas del Arroyo Seco.

Un Futuro Compartido (Profesionalmente): Mientras Clara se enfocaba en la historia y la novela, Nicky eligió la inmediatez del periodismo, trabajando para medios locales antes de dar el salto a medios nacionales. Su primer artículo publicado a nivel profesional, sobre la historia del Palacio de la Luz, llevaba un pequeño dibujo suyo y una dedicatoria: «A C., por enseñarme a mirar y a escribir».

Clara, sin buscarlo, había encendido la chispa que convertiría al «espía de trenes» en un periodista de verdad, demostrando que su amistad no solo era verdadera, sino que era transformadora para ambos.

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