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LA OFI REAL. La guerra del fútbol uruguayo: AUF vs OFI — la historia no escrita

La fundación de la OFI no solo fue un acto deportivo, sino también un gesto político y cultural: una afirmación del interior frente al centralismo montevideano.

LA OFI REAL/Investigación Eduardo Mérica para FMFUTBOL.

La “guerra del fútbol uruguayo” entre la AUF y la OFI no fue una guerra con balones ni fusiles, pero sí una batalla larga de poder, identidad y olvido.

La guerra del fútbol uruguayo: AUF vs OFI — la historia no escrita

Nadie sabe cuándo empezó exactamente la guerra, porque el fútbol uruguayo nació dividido.
En Montevideo, las luces del Centenario iluminaban el pasado glorioso: campeones del mundo, celestes inmortales, el mito de la garra. En el interior, los potreros seguían produciendo jugadores, hinchadas, pueblos enteros que vivían para el domingo. Pero entre esos dos mundos había un muro invisible: la frontera de la mismísima Asociación Uruguaya de Fútbol y la Organización del Fútbol del Interior.

“El interior tiene corazón, pero le falta competencia.”
— típica respuesta de técnicos o periodistas montevideanos cuando se hablaba de integrar jugadores de la OFI a la selección.

Los orígenes del desencuentro

En los años treinta, mientras la Asociación Uruguaya de Fútbol consolidaba su poder en la capital, los clubes del interior comenzaron a organizarse por su cuenta. Nació la Organización del Fútbol del Interior (OFI), como un grito de independencia. Era un fútbol con identidad propia: amateur, solidario, arraigado en los pueblos.
Pero Montevideo no quería ceder el control. El profesionalismo de la AUF veía en la OFI un “otro” incómodo, una liga sin glamour ni dinero, pero con alma. Y así se trazó una línea geográfica y simbólica: la AUF gobernaba el país desde la rambla, y la OFI sobrevivía desde el polvo de las canchas rurales.

 

Desde el fútbol profesional (AUF)

“El fútbol serio se juega en Montevideo.”
— frase repetida en los años 50 y 60 por dirigentes capitalinos, para marcar jerarquía sobre las ligas del interior.

 

La guerra fría del balompié

Durante décadas, hubo acercamientos, pactos rotos, promesas vacías. La AUF integraba selecciones nacionales sin mirar más allá del kilómetro 0, mientras la OFI formaba sus propios campeonatos, con héroes anónimos que jugaban por la camiseta del pueblo.
El país futbolero se desintegraba sin declararlo: Montevideo contra el Interior, capital contra campaña.
El talento del interior era reclutado, muchas veces sin reconocimiento, para nutrir a los grandes de la AUF. Los clubes chicos servían de cantera, pero no de socios. Era un sistema de dependencia disimulada bajo la palabra “colaboración”.

 

“Nosotros formamos profesionales; ellos juegan por costumbre.”
— expresión que reflejaba el prejuicio de la capital sobre el amateurismo del interior.

 

Los años del desencanto

En los noventa, el fútbol uruguayo se hundió en crisis: económica, institucional y moral. La selección ya no brillaba, los estadios se vaciaban, y la grieta seguía abierta.
Mientras tanto, la OFI mantenía viva la llama en pueblos donde el fútbol seguía siendo fiesta y pertenencia. Allí el fútbol no era negocio, era comunidad.
Pero desde Montevideo, se lo veía como un fútbol menor, un apéndice romántico sin peso real. Ese desprecio silencioso fue la forma más persistente de guerra.

El fútbol en Uruguay ha sido históricamente dominado por clubes de Montevideo y alrededores, que pertenecen a la AUF. En contraste, el fútbol en el interior del país (departamentos fuera de Montevideo) tuvo otro recorrido — tanto amateur, como luego semi-profesional o profesionalizado.

En 1946 se fundó la Organización del Fútbol del Interior (OFI) como instrumento de autonomía del “fútbol del interior” frente a la AUF.

 

Existe ese contraste entre el fútbol profesional de la AUF y el fútbol “chacarero” de la OFI que ha generado a lo largo de la historia una verdadera “guerra fría” futbolera, cargada de frases, ironías y orgullos enfrentados».

Eduardo Mérica para FM FUTBOL

 

En un análisis muy citado, se señala que el interior “comenzaba a desarrollar el fútbol con un potencial sin igual, y los mejores jugadores eran captados por clubes capitalinos a cambio de nada” y que “la paciencia del interior se agotó” por la histórica conducción de la AUF mediante “10 clubes profesionales” con mayorías absolutas.

Más recientemente, se aprobó en 2018 un nuevo estatuto de la AUF en el que la OFI obtuvo representación en el Comité Ejecutivo (1 miembro de 7) y 9 votos en el Congreso de 76 — un cambio en la correlación de poder.

 

“El fútbol chacarero es folclore, no estructura.”
— argumento recurrente en discusiones sobre la organización de torneos nacionales conjuntos.

 

La fundación de la OFI — 14 de julio de 1946

El 14 de julio de 1946, en Montevideo, lejos de los campos de tierra donde latía el fútbol del interior, se fundó oficialmente la Organización del Fútbol del Interior (OFI).

Fue el resultado de años de reclamos, viajes y reuniones de dirigentes que venían de todos los rincones del país: hombres que viajaban en tren o en camión desde pueblos como Paysandú, Tacuarembó, Durazno o Rocha, llevando bajo el brazo los sueños de sus ligas locales.

Hasta entonces, el fútbol uruguayo estaba dominado por la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), con sede y poder en Montevideo. El interior —aunque apasionado y con miles de jugadores— carecía de reconocimiento institucional y de participación en las decisiones del fútbol nacional. Cada liga del interior funcionaba de forma autónoma, sin coordinación general ni voz unificada frente a la capital.

Esa desigualdad fue el motor de la unión. Durante la década de 1930 y principios de los 40, las ligas del interior comenzaron a organizar torneos interdepartamentales y a reclamar una estructura propia. El objetivo era claro: tener una institución nacional que defendiera los intereses del fútbol del interior, con sus propias reglas, competencias y representación.

Desde el fútbol chacarero (OFI)

  1. “En el interior no jugamos por plata, jugamos por el pueblo.”
    — lema que sintetiza el orgullo del fútbol amateur y comunitario.

Finalmente, en aquella jornada de julio de 1946, los delegados de diversas ligas se reunieron en Montevideo y firmaron el acta fundacional de la OFI. El presidente del Congreso inaugural fue el Dr. Isidoro Leirana Pombo, primer dirigente de la Liga Departamental de Fútbol de Paysandú, acompañado por un grupo de representantes de todo el país.
Desde ese momento, el fútbol uruguayo pasó a tener dos grandes pilares:

la AUF, en la capital, con el fútbol profesional y las selecciones nacionales;

y la OFI, en el resto del territorio, con un modelo amateur pero profundamente enraizado en la identidad local.

La fundación de la OFI no solo fue un acto deportivo, sino también un gesto político y cultural: una afirmación del interior frente al centralismo montevideano.
Desde entonces, la OFI organizó campeonatos nacionales de selecciones y clubes, formó generaciones de jugadores y mantuvo viva la pasión en pueblos donde el fútbol no era negocio, sino comunidad.

“Mientras ellos venden jugadores, nosotros criamos hinchas.”
— frase dicha por un dirigente de la OFI en los años 70, en referencia al mercantilismo del fútbol profesional.

Las críticas de discriminación del interior hacia la AUF

Y las quejas se han acumulado ante el paso del tiempo: Que las reglas, el “juego” del fútbol nacional estaban pensadas desde Montevideo/profesional —y no atendían suficientemente al interior, que quedaba como “terreno de nadie”. Ejemplo: pases de jugadores del interior hacia Montevideo sin compensación adecuada.

Que la integración real del fútbol del interior al sistema nacional fue muy tardía, y que muchos de los clubes del interior se sintieron “secundarios” respecto de los grandes de Montevideo.

Que decisiones recientes de la AUF, por ejemplo en torno a torneos que involucraban al interior, generaron sensación de discriminación o de que el interior no es considerado “eje” sino “adicional”. Por ejemplo: el rechazo (o la falta de aprobación) del torneo Copa AUF Uruguay —en un momento los clubes del interior se sintieron boicoteados.

En una entrevista, planteamos que parte del problema es que “la gente del interior es la que se siente fuera del complejo total… Porque no quiero usar la palabra: discriminado”.

“El fútbol nació en los potreros y allá sigue, aunque Montevideo se lo haya olvidado.”
— testimonio de un periodista sanducero en los 80, defendiendo la identidad rural del fútbol uruguayo.

Estoy recordando, específicamente, algunos extractos/conceptos clave de lo que he podido verificar de las declaraciones de mis 500 entrevistados.

En un artículo de 2014, llegaron a afirmar: “Yo creo que la gente del interior es la que se siente fuera del complejo total. Porque no quiero usar la palabra: discriminado.” 

En otro texto reciente, bajo su firma, se expone que hay “un complot articulado desde AUF con la complicidad de algunos dirigentes de OFI … ordenado por la FIFA a nivel mundial que pretende subordinar, controlar y gobernar cualquier organización dedicada al fútbol”. FM Fútbol

También en una nota sobre clubes que se movilizaron, se dijo: “por un fútbol amateur sin exigencias profesionales”, Dimos cuenta hace tiempo de una “colonia de clubes” que sienten que su existencia está en “juego” por procesos impulsados desde la AUF y que afectan al interior.

“Nos llaman chacareros, pero cuando necesitan jugadores, vienen al interior.”
— respuesta clásica al hecho de que los grandes clubes de la AUF reclutaban talento del interior sin reconocerlo.

Algunos hitos y problemas concretos

La aprobación del estatuto de la AUF (noviembre de 2018) concedió más participación formal a la OFI, lo que se interpreta como reconocimiento de una situación de desequilibrio pasado.

Por ejemplo, los clubes del interior se sintieron discriminados cuando la AUF decidió no aprobar la primera edición del torneo Copa Uruguay en 2020 (o versiones preparatorias), pese a que en la instancia amateur estaba aprobado. “Nos boicotean los mismos clubes del interior” decía un directivo.

En el artículo “Una historia de excesos, abusos y atropellos…” se dice que durante 118 años “para seguir explotando a los sumergidos clubes de tierra adentro… los clubes profesionales se fueron aprovechando de la ventaja que les daba el vínculo con FIFA… la escasa caja de resonancia del fútbol chacarero…”

Hay Frases simbólicas de la rivalidad entre la OFI y la AUF:

  • “El Centenario es su templo; la cancha del barrio es la nuestra.”

  • “La AUF tiene micrófonos; la OFI tiene memoria.”

  • “Mientras ellos miran al palco, nosotros miramos al alambrado.”

  • “El fútbol del interior no pide permiso: entra a la cancha y juega.”

    Eduardo Mérica para FMFUTBOL

Reflexión crítica y matices

No todo es blanco y negro: aunque hay que reconocer un proceso de mejora y formalización, hay “sensación” persistente de inequidad entre interior y Montevideo.

Que el interior “se sienta” discriminado no necesariamente implica que cada decisión de la AUF haya sido motivada por discriminación consciente, pero sí hay una percepción legítima de desequilibrio histórico.

Las alianzas, convenios, estatutos y regulaciones han avanzado hacia una inclusión mayor del interior, pero los efectos concretos y la “igualdad de trato” aún parecen estar en deuda, según los análisis que hemos rescatado de verdaderos entendidos del fútbol chacarero.

Es importante también considerar que el fútbol del interior tiene sus propias dinámicas, amenazas, limitaciones infraestructurales, que también dificultan la paridad.

“En la AUF hay dirigentes; en la OFI hay gente de fútbol.”
— sentencia que resume la diferencia de espíritu entre ambas organizaciones.

El llamado de Paysandú: la chispa que encendió la OFI

A mediados de la década de 1940, el fútbol uruguayo vivía una fractura silenciosa.
En Montevideo, la AUF organizaba un campeonato profesional consolidado, dueño del prestigio y de los recursos. En el interior, más de sesenta ligas departamentales e interligas sostenían con esfuerzo un fútbol amateur, vibrante y popular, pero sin representación en la estructura nacional.

Las ligas del interior competían entre sí, organizaban selecciones departamentales, pero no existía una institución que las uniera. Cada una sobrevivía como podía, sin coordinación, sin reglamentos comunes y, sobre todo, sin reconocimiento de la AUF ni de la FIFA.

Fue entonces cuando el Dr. Isidoro Leirana, dirigente y otorrinolaringólogo sanducero, comprendió que el fútbol del interior debía organizarse para no desaparecer en el olvido. Desde la Liga Departamental de Fútbol de Paysandú, una de las más activas y prestigiosas del país, lanzó un llamado a todas las ligas del interior para reunirse y fundar un organismo nacional propio.

El llamado de Leirana no fue solo administrativo: fue una convocatoria a la dignidad del interior. En su mensaje, insistía en que el fútbol de los pueblos también merecía una institución que lo representara ante la capital y ante el mundo.

La propuesta se difundió rápidamente por telegramas, cartas y reuniones improvisadas en clubes y federaciones. Paysandú se convirtió en el epicentro de un movimiento que unió a dirigentes de todo el país, desde Artigas hasta Rocha, desde Florida hasta Cerro Largo.

Estas frases, más allá de la ironía, reflejan una lucha histórica por reconocimiento y respeto, entre dos formas de entender el fútbol:
una profesional, centralista y mediática; la otra popular, territorial y emocional.
Y en ese choque de visiones se escribió, sin balas pero con orgullo, la guerra más larga del fútbol uruguayo.» periodista, Eduardo Mérica

Atendiendo a ese llamado, las ligas acordaron realizar una asamblea nacional en Montevideo, donde, pese a las tensiones con la AUF, sería posible darle legitimidad nacional a la nueva organización.

Así, el 14 de julio de 1946, en la capital —lejos de sus canchas de origen pero con el espíritu del interior presente—, los delegados de las principales ligas respondieron al llamado de Leirana y firmaron el acta fundacional de la Organización del Fútbol del Interior (OFI).

El gesto de fundarla en Montevideo fue simbólico y desafiante:
era como llevar el interior al corazón del poder, reclamar su espacio en el mapa del fútbol uruguayo.

Desde entonces, la OFI se convirtió en la columna vertebral del fútbol amateur uruguayo, organizando campeonatos nacionales de clubes y selecciones, y manteniendo vivo el espíritu del fútbol como pertenencia, no como negocio.

Y en los registros de aquella gesta, el nombre de Isidoro Leirana y la Liga Departamental de Fútbol de Paysandú quedaron grabados como los impulsores iniciales de la unidad del interior. Lo lamentable de esta historia de nunca acabar, hasta hoy en la sede de la OFI, no aparece por ningún lado el nombre de Leirana, que lo han enterrado definitivamente para distinguir a un tal Lugano.

CONTINUARA

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