Museo

LA OFI REAL. Manifiestos y el reconocimiento de quienes actuaron primero: La Liga de Fútbol de Soriano y el Athletic Club de Montevideo

El Athletic, con gesto noble, les ofreció su casa: un techo donde el interior pudiera alzar su voz. Entre mates, actas y discusiones intensas, se gestó la idea que cambiaría para siempre el mapa del fútbol uruguayo.

LA OFI REAL/Investigación Eduardo Mérica para FMFUTBOL.

Sabemos que vamos a tocar un punto fundacional y poco difundido en la historia del fútbol uruguayo: el rol clave del Athletic Club de Montevideo y de la Liga Departamental de Fútbol de Soriano como cunas institucionales de la Organización del Fútbol del Interior (OFI).


Los Guardianes del Origen
Athletic Club de Montevideo y la Liga de Fútbol de Soriano: los primeros refugios de la OFI

En la historia del fútbol uruguayo hay nombres que se gritan, y otros que se susurran con respeto.
Entre estos últimos, dos instituciones se alzan como guardianes del nacimiento del fútbol del interior organizado:
el Athletic Club de Montevideo y la Liga Departamental de Fútbol de Soriano (verdadera y única decana del fútbol del interior uruguayo).

El Athletic Club de Montevideo: el refugio capitalino del interior (foto de portada de esta nota)

Era 1946.
Los dirigentes del interior habían llegado a Montevideo después de viajes largos, trenes nocturnos y promesas de unión.
Necesitaban un lugar donde concretar el sueño: darle al fútbol de los pueblos una casa, una voz, una bandera.

Fue entonces cuando el Athletic Club de Montevideo, institución abierta, solidaria y consciente del valor de aquella gesta, prestó su sede para la reuniones posteriores a la fecha fundacional de la Organización del Fútbol del Interior (OFI)

Entre esas paredes, el interior —hasta entonces disperso— se convirtió en institución.
El Athletic fue, así, la primera casa del fútbol del interior en la capital, el espacio donde se firmó la independencia moral y deportiva de los pueblos.

Su gesto fue más que hospitalidad: fue un acto de justicia histórica.
El club montevideano que abrió sus puertas a quienes traían consigo el barro, las ganas y la dignidad del interior, se transformó en símbolo de unidad nacional a través del fútbol.

 

Fachada de la actual sede de la Liga de Fútbol de Soriano

 

La Liga Departamental de Fútbol de Soriano: la decana y la madre del interior

Pero la semilla de aquella reunión había sido plantada mucho antes, en el corazón del litoral.
La Liga Departamental de Fútbol de Soriano, fundada en 1912, fue la primera en estructurar el fútbol fuera de Montevideo.

Desde Mercedes, Soriano impulsó la organización interdepartamental, promovió el intercambio entre ligas y defendió la idea de que el fútbol del interior debía tener su propia autoridad nacional.
Sus dirigentes participaron activamente en las gestiones previas a la fundación de la OFI, aportando legitimidad, experiencia y una visión federal del deporte.

Por su antigüedad, trayectoria y compromiso, la Liga de Soriano fue reconocida como la decana del fútbol del interior uruguayo, y su influencia fue determinante en el nacimiento de la OFI.
Mientras el Athletic Club ofrecía su sede, Soriano ofrecía su historia.
Una historia de más de tres décadas de trabajo, pasión y organización.

Dos símbolos, una misma causa

El Athletic Club representó la apertura del centro hacia la periferia; la Liga de Soriano, la madurez del interior hacia su destino. Juntas, simbolizan el puente fundacional que hizo posible la creación de la Organización del Fútbol del Interior.

Una puso el techo.
La otra, las raíces.
Y entre ambas nació una institución que, desde 1946, mantiene viva la esencia más pura del fútbol uruguayo:
la del juego que pertenece al pueblo, no al poder.

A continuación hemos escrito este Manifiesto para valorar a los pioneros y a quienes tomaron la iniciativa de proteger en sus primeros pasos a la nacida OFI.

MANIFIESTO DEL FÚTBOL DEL INTERIOR
“La pelota también gira lejos del Centenario”

ORÍGENES

Nacimos lejos del ruido.
En pueblos donde el silbato era el mismo que llamaba a misa o a la fábrica,
donde las canchas se marcaban con cal y con ganas,
donde el fútbol no era negocio, sino encuentro.

De los galpones, de las chacras, de las plazas,
de las ligas que se organizaban con cartas y promesas,
brotó una pasión sin dirigentes de corbata ni cámaras de televisión.

Allí, entre el polvo y el aliento del pueblo,
la pelota empezó a girar antes de que llegaran los micrófonos.
Y cuando desde Montevideo nos dijeron que el fútbol ya tenía dueño,
respondimos fundando la Organización del Fútbol del Interior,
aquel 14 de julio de 1946,
porque entendimos que la dignidad también se defiende con botines y barro.

EL OLVIDO

Nos llamaron “chacareros”,
como si la tierra fuera un insulto.
Nos dejaron fuera de los diarios, de los campeonatos, de los sueños oficiales.
Nos negaron el derecho a ser parte del mapa futbolero de la nación que ayudamos a construir.

Mientras la capital celebraba sus clásicos,
nuestros campeonatos se jugaban con entrada libre y mate compartido.
Mientras ellos firmaban contratos,
nosotros remendábamos camisetas.

Pero en ese olvido floreció algo que no cabe en los libros de actas:
la identidad.
Cada selección del interior fue una bandera,
cada club, un barrio entero latiendo.
Nos quisieron amateurs por decreto,
y terminamos siendo profesionales del sentimiento.

LA RESISTENCIA

Resistimos con el alma, sin sueldos ni sponsors.
Resistimos en el lodo, en la lluvia, en los viajes de madrugada.
Resistimos cuando el interior no tenía voz,
pero sí tenía eco.

Desde Paysandú hasta Rocha,
desde Tacuarembó hasta Colonia,
el fútbol fue la excusa perfecta para que los pueblos se encontraran.
Jugamos por la camiseta,
por la gente que corta boletos,
por el niño que alcanza la pelota detrás del alambrado.

Mientras ellos llenaban planillas,
nosotros llenábamos corazones.
Mientras ellos discutían reglamentos,
nosotros seguíamos pateando.

Y cada domingo, cuando el árbitro pitaba,
volvíamos a recordar que el fútbol no pertenece a quien lo administra,
sino a quien lo vive.

LA UNIDAD PENDIENTE

Hoy, Uruguay sigue siendo dos países que juegan al mismo deporte.
Uno con luces, cámaras y prensa;
otro con barro, fe y mate.
Pero la pelota no reconoce fronteras:
rueda igual en el Centenario que en el potrero de San José.

Soñamos con el día en que AUF y OFI sean una sola voz,
en que los niños del interior puedan soñar con la Celeste sin pedir permiso,
en que la capital mire hacia adentro y descubra
que el verdadero corazón del fútbol uruguayo late lejos del micrófono.

La unidad no será una firma ni un protocolo:
será cuando el fútbol profesional respete al fútbol del alma.

Porque el interior no quiere limosna ni favores.
Quiere justicia.
Quiere lugar.
Quiere reconocimiento.

LA VOZ DEL ALAMBRADO

Nosotros, los del interior,
no venimos a pelear: venimos a recordar.
Que sin nosotros, el fútbol uruguayo no existiría.
Que de nuestras canchas salieron sus ídolos,
que de nuestros pueblos nació la garra.

Y cuando el país entero grita un gol celeste,
ahí estamos también nosotros,
los anónimos, los que no salen en la foto,
los que aún creemos que el fútbol es lo más hermoso
que puede pasarle a un pueblo un domingo.

Porque el fútbol no es un negocio: es una pertenencia.
Y mientras quede un alambrado, un mate y una pelota,
el interior seguirá jugando,
libre, orgulloso y eterno.

 

CONTINUARÁ

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba