La Rusa Makoviesky: el día en que una pasión cambió de camiseta
Arroyo Seco tiene desde hoy un nuevo orgullo: su primera ciclista mujer compitiendo oficialmente por el club. Y el Wilman tiene a una representante que encarna los valores que el barrio más respeta: humildad, sacrificio, identidad, trabajo y corazón.

AMATEURISMO/Desde Montevideo Eduardo Mérica para FMFUTBOL.
El barrio Arroyo Seco tiene historias que deambulan entre fútbol, música, bicicletas apoyadas en las veredas y ese espíritu obrero que lo transforma todo en resistencia. Pero pocas veces una mujer había logrado algo que quedará registrado en la memoria deportiva del barrio. Ese día llegó ahora, con nombre y apellido: Carina “La Rusa” Makoviesky, la primera mujer en competir oficialmente con la camiseta del Club Wilman, institución que desde décadas viene representando al barrio dentro y fuera de Montevideo.
Su llegada no es casual: es la consecuencia de una vida marcada por esfuerzo, pasión y una tenacidad que la empujó siempre unos metros más allá, aun cuando parecía que las fuerzas no alcanzaban.
Un debut que marca un antes y un después
El Club Wilman —nacido del corazón del Arroyo Seco— decidió abrir una puerta histórica: incorporar a su primera ciclista mujer en competencias oficiales. El honor y la responsabilidad recayeron en Makoviesky, una deportista que hace años viene dejando huellas profundas en cada prueba de la que participa.
Con su sonrisa amplia, casco firme y esa inevitable vibra de determinación que la rodea, Carina se enfundará la camiseta del Wilman y con ese gesto inaugurará una nueva etapa para el club, un símbolo de crecimiento y de inclusión real en un deporte tan exigente como el ciclismo de ruta.

La historia detrás del debut
Para quienes recién la conocen, Carina Makoviesky nació el 28 de abril de 1985 en Montevideo. Y aunque su figura hoy se asocia al ciclismo, su recorrido deportivo empezó muy lejos de los pedales.
“Mi carrera deportiva nació en 2009 corriendo maratones”, cuenta. Ese fue su primer paso. Luego vinieron las pruebas de duatlón, montaña, triatlón, y recién después alguien le dijo que probara rutear. “Y desde entonces no paré”.
Ese “no paré” no es una frase hecha: es una declaración de vida.
Cuando estaba en su mejor momento, la pandemia frenó el mundo y también su avance deportivo. Pero este año la Rusa volvió a su ritmo de entrenamientos con una disciplina que asombra: dos veces por semana más los sábados y domingos. No es un hobby, es un compromiso.
“El ciclismo me cambió la vida”
Carina habla del ciclismo con una devoción que pinta de inmediato quién es y desde dónde hace lo que hace.
“El ciclismo me cambió la vida y soy una apasionada. Es muy bello este deporte porque podemos disfrutar de la naturaleza. Ese aire que me da en el rostro me hace sentir una inmensa felicidad”.
Y agrega algo que quienes la conocen ya saben: vive esperando el momento de salir a pedalear. Lo necesita. Se conecta, se limpia, se enciende.
Ese motor interno es el que la ha llevado a completar pruebas de más de cien kilómetros y a transformarse en ciclista federada, e incluso en capitana del club ciclística Tacuarembó. Participó en el Tour Femenino Internacional en Uruguay, formó parte de competencias que históricamente habían sido solo masculinas, y dio la batalla hasta el final en días donde el cuerpo decía basta, pero la cabeza decía “uno más”.
“Mis piernas ya no daban más, pero gracias a Dios la pude terminar”, recuerda sobre una de sus carreras más duras.

La mujer detrás de la ciclista
Carina es madre de dos hijos, una nena y un nene. Años atrás se separó, y allí comenzó otra carrera, la más difícil: la vida.
“No me quedaba otra que salir a luchar con todo para que mis niños no me vieran mal”, confiesa. Mientras trabajaba y entrenaba, aprovechaba los fines de semana para salir a pedalear cuando los niños estaban con su padre.
Sus hijos la alentaron siempre desde el auto:
“¡Dale campeona que vos podés!”
Esas voces son su combustible emocional. Y junto a ellos, sus padres. “Mis padres y mis niños son los más importantes e incondicionales para mí”.
Una ciclista que pedalea también contra las dificultades
Hoy compite con una bicicleta de aluminio, pagada en cuotas, muy lejos del carbono con el que corren los ciclistas de élite. Aun así, nunca le faltó coraje.
Agradece especialmente a Trek Uruguay, quienes le realizan mantenimiento y descuentos en indumentaria. Son gestos que en el mundo del deporte amateur valen oro.
El día que Wilman la abrazó para siempre
Su presentación oficial con la camiseta del Club Wilman no es solo un evento deportivo. Es un mensaje. Es historia viva.
Arroyo Seco tiene desde hoy un nuevo orgullo: su primera ciclista mujer compitiendo oficialmente por el club. Y el Wilman tiene a una representante que encarna los valores que el barrio más respeta: humildad, sacrificio, identidad, trabajo y corazón.
El debut de La Rusa no es un punto de llegada, es un punto de partida.
Para ella.
Para el club.
Para el barrio.
Para las mujeres que vienen detrás.
Carina Makoviesky ya es parte de la historia del Wilman.
Y la historia recién empieza.



