“No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes…», como José Pablo Torcuato Batlle y Ordóñez, en el barrio de la Aguada
EL DATO: Como barrio capitalino, la Aguada data del 31 de diciembre de 1861, fecha del decreto que incorpora esa zona a la ciudad de Montevideo.

AMATEURISMO/ Desde Montevideo Eduardo Mérica para FMFUTBOL.
Hay dibujos de época que nos muestran claramente lo que era la zona de la Aguada durante la colonia, sólo una playa. Es que se salía del portón de San Pedro (hoy a la altura de la Muralla y la calle 25 de Mayo) hacia el campo siguiendo una línea próxima a la costa, de la misma manera que de desde la Ciudadela se marchaba para el Cordón, y luego hacia el hoy departamento de Maldonado.

EL CAMINO «A LA AGUADA»
Era la dirección correcta que te llevaba a los pozos de donde se traía el agua para la ciudad y, siguiendo después de la playa se llegaba al Cerro, vadeando el Arroyo Seco y también el Pantanoso. Ahora bien, desde las aguadas había un sendero a la derecha que servía para recorrer lo que es hoy la Avenida General Flores, llamada antiguamente camino Goes, y más atrás en el tiempo se le llamó: Juan de Toledo. Recordemos que las aguadas o «la aguada» se dominaban completamente desde el Portón de San Pedro.

Cuando fue en aumento la población en la plaza fuerte y para lo que podían dar de agua los aljibes y algunos manantiales, se salió a buscar agua fuera de los muros. Y fue en 1750. que en las cercanías de la playa todavía sin nombre, se saca agua de un pozo que, por ser de uso público, se le bautizó con el nombre «del Rey». Pero al año ese manantial no sirvió de mucho porque hubo hasta problemas con las naves reales que sacaban agua para el uso de ellas y cuando se autorizó por parte del Cabildo sacar para la población montevideana, ocurrió que la Real Marina pasó dificultades para aprovisionarse del principal líquido. Y entonces, empezaron los cateos buscando hallar nuevas vetas en dicha zona.

EL BALNEARIO TUVO EL BARRIO
Con el tiempo la Aguada fue perdiendo significado como lugar para abastecerse de agua. Porque los pozos y manantiales se fueron cegando y desapareciendo; siendo obligatorio la construcción de aljibes, con la suma de que en 1871 empezaron a llegar a la capital las aguas del río Santa Lucía. Y simultáneamente, la Aguada crecía y se poblaba. Hasta algunas partes de la costa se rellenaron de escombros para ganarle espacio al río, bastante valorizado con la inauguración del Ferrocarril Central. Se construyeron en el lugar muelles, depósitos y embarcaderos y surgió un balneario. ¡Sí señores! La Aguada tuvo su balneario. Y con él, los problemas.
Una pequeña hilera de casillas de baño preocupó a los vecinos por sus condiciones sanitarias. Las bacterias empezaron hacer de las suyas… «Las aguas de la playa de la Agraciada han perdido todas sus condiciones para convertirse en un caldo de cultivo dada la enorme cantidad de materia orgánica que contienen». Esto se refiere a la opinión pública que tomó estado en 1897, cuando el Dr. Florentino Felippone, tras un examen químico y microscópico de aquellas aguas del «balneario aguatero» declarara la emergencia. Una situación similar sucedería en 1954, llevando a la clausura a la playa Capurro para todo tipo de actividades balnearias.
EL APELLIDO MÁS FAMOSO DEL BARRIO
El linaje de este apellido arrancó en la Aguada con Don Josef Batlle y Carreó, abuelo de José Batlle y Ordoñez que llegado desde Barcelona a Uruguay, tenía su documento que acreditaba y que decía textualmente:
«Dn. Domingo Izquierdo, caballero de justicia en la orden de San Juan, teniente general de los Reales Exércitos de S. M., gobernador y capitán general del Exército y Principado de Cataluña, Presidente de su Real Audiencia… Concedo libre y seguro pasaporte a Josef Batlle y carreó, natural de Sitges, comerciante vecino de esta ciudad que pasa por tierra vía recta a Cádiz y le abona Francisco Espalter. Y ordeno y mando, a todos los Ministerios de Guerra y Justicia, sujetos a mi jurisdicción, y a los que no lo son, pido y encargo, no le pongan impedimento en su viaje, antes bien le den la asistencia que necesitara, por convenir así al real Servicio. Dado en Barcelona a 26 de noviembre de 1799. IZQUIERDO« (Hay un escudo heráldico).

“No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande.”
―
Es con este documento que este hombre vendrá a América, con destino Montevideo, a vivir su vida de comerciante con muchos contratiempos antes de que su apellido pase a la historia.
Es el año 1806, cuando emprende nuevos negocios comprando a Don Mateo Magariños. con cuarenta y ocho mil pesos en mano un establecimiento situado en el norte de Montevideo, hoy barrio de la Aguada. Se trata de El Molino, sobre el monte de poca altura cuando la capital todavía era pequeña y con su amurallada defensa, Don José Batlle y Carreó empezaba a dominar los caminos que iban y venían desde los portones de la Ciudadela.
El Molino de los Batlle está en el sitio comprendido por la actual Avenida Agraciada, la calle Lima, la de Yaguarón hasta la que después fuera explanada de plaza pública y donde hoy emerge el Palacio Legislativo.
Todo ese terreno ocupaba el vasto emporio de esta familia donde se molía el trigo que acopia en Buenos Aires y pronto llegaría el bienestar económico que habrá de traerle tahonas, graneros, tierras, casa en el centro, naves propias que, en caso de guerra las ponía al servicio de la causa.
Sobre la calle Yaguarón estaba la casa donde va a nacer Lorenzo Batlle y donde, casi un siglo después (en 1856) abrirá los ojos José Batlle y Ordoñez, hijo de Lorenzo.
CONTINUARÁ