¿Por qué los 25 de agosto, fecha de la independencia de Uruguay ha sido -y sigue siendo- objeto de polémica?
En 2025 se cumplirá el bicentenario de la “Declaratoria de la independencia”. Es una buena oportunidad para dejar atrás la visión de la independencia de Uruguay como un acontecimiento histórico prefigurado y cerrado, protagonizado por héroes fundadores que buscaron la supervivencia de una idea política y de una geografía preestablecidas.

BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA EN URUGUAY.
Durante mucho tiempo el debate se ha centrado en la fecha a conmemorar, vinculada a la consolidación del estado en el plano regional e internacional y a la conformación de la identidad nacional. A continuación se presentan las fechas que, con distintos argumentos, se han defendido:
El 18 de julio de 1830, en alusión a la jura de la constitución del Estado Oriental del Uruguay, fecha contemplada en la ley de feriados de 17 de mayo de 1834, durante la presidencia de Fructuoso Rivera. La otra fiesta cívica era el 25 de mayo, y había dos medias fiestas los días 20 de febrero (batalla de Ituzaingó contra el ejército imperial brasileño) y 4 de octubre (intercambio en Montevideo de las ratificaciones de la Convención Preliminar de Paz de 1828). Además, la ley disponía que el 18 de julio sería la “única gran fiesta cívica de la República», celebrándose cada cuatro años los días 4, 5 y 6 de octubre.1
En 2025 se cumplirá el bicentenario de la “Declaratoria de la independencia”. Es una buena oportunidad para dejar atrás la visión de la independencia de Uruguay como un acontecimiento histórico prefigurado y cerrado, protagonizado por héroes fundadores que buscaron la supervivencia de una idea política y de una geografía preestablecidas.
El 25 de agosto de 1825, cuando la Sala de Representantes de la Provincia Oriental del Río de la Plata reunida en la villa de la Florida declaró la independencia del rey de Portugal, el emperador del Brasil y de cualquier otro del universo y, a continuación, dispuso la unión a las Provincias Unidas, por ser la “libre y espontánea” expresión de los pueblos que la componen, “manifestada con testimonios irrefragables, y esfuerzos heroicos desde el primer periodo de la regeneración política de dichas provincias”.
La fecha fue incorporada durante el gobierno de Bernardo P. Berro como feriado nacional por ley de 10 de mayo de 1860, junto al 25 de mayo y 18 de julio, eliminando las medias fiestas de los días 20 de febrero y 4 de octubre. Se dispuso que fuera de allí en adelante la gran fiesta de la República, celebrándose cada cuatro años los días 18, 19 y 20 de abril, en conmemoración del desembarco de los Treinta y Tres Orientales comandados por Juan Antonio Lavalleja y el inicio de la guerra de independencia contra Brasil.2
En 1879, en ocasión de la inauguración del monumento conmemorativo de la independencia, tuvo lugar una fuerte polémica sobre el sentido de las leyes del 25 de agosto de 1825, en la que participaron, entre otros, el político y periodista Juan Carlos Gómez – defensor de la idea de anexión del territorio oriental a las Provincias Unidas y de una fusión aún pendiente entre todas las provincias rioplatenses- y el político e historiador Francisco
Bauzá, partidario del carácter independentista de las leyes aprobadas por la Sala de Representantes. Bauzá defendió la idea de una comunidad nacional preexistente a la independencia, apoyada en factores sociales y geográficos que incidieron en una voluntad general independentista.3
En 1820 había sido derrotado militarmente el proyecto liderado por José Artigas, que impulsaba la libertad republicana, la unión confederal de los pueblos y cierto igualitarismo social.
El 4 de octubre de 1828, fecha del intercambio de ratificaciones de la Convención Preliminar de Paz entre el Emperador del Brasil y el gobierno de la República de las Provincias Unidas, firmada en Río de Janeiro el 27 de agosto de ese año, con la mediación británica. Aunque el texto de la Convención disponía la creación de un estado libre e independiente -”la provincia de Montevideo, llamada hoy Cisplatina”-, no mencionaba la voluntad del pueblo oriental en ese sentido, ni disponía la participación de esa nueva unidad política en la negociación del
tratado definitivo de paz, entre otros aspectos limitantes de la soberanía.
En 1859, durante el gobierno de Gabriel A. Pereira se negoció con la Confederación Argentina y el Imperio del
Brasil un tratado que indicaba, entre otras cláusulas, que lo acordado en 1828 había sido “de acuerdo con la voluntad manifestada por el Pueblo Oriental del Uruguay”, pero finalmente no fue ratificado.4 Esta fecha, por el episodio que evocaba, no cumplía con los “requisitos” de un relato fundante de la nación, aunque desde el punto de vista jurídico hubiera sido el acto internacional por el que surgió una entidad política libre e independiente en el actual Uruguay. En ocasión de la proximidad del centenario de la república en la década de 1920, el poder legislativo no alcanzó una resolución sobre la fecha en que debía celebrarse, realizándose conmemoraciones importantes tanto en 1925 como en 1930.5
El 25 de agosto -Declaratoria de la independencia– y el 18 de julio -Jura de la Constitución- siguieron siendo considerados feriados nacionales y, en la actualidad, son dos de los cinco feriados no laborables, junto al 1° de mayo, el 25 de diciembre y el 1° de enero. En los convulsionados años de la década de 1960 el abordaje de la fecha de la independencia incorporó otros actores y debates. Tal como señalaba el historiador de las ideas y filósofo Arturo Ardao, además de un problema historiográfico era un problema “político, en cuanto diagnosis del presente y previsión del futuro: posibilidad o capacidad del país para mantener su lograda condición de independiente”.6 La inserción de Uruguay en América Latina, la dependencia económica, las luchas sociales y revolucionarias, el papel de los imperios (Gran Bretaña en el siglo XIX y Estados Unidos en el siglo XX) o la crisis económica y social brindaban otros lentes para examinar el viejo problema. La selección de materiales da cuenta de los nuevos rumbos del debate Durante la dictadura civil militar (1973-1985), se decretó que 1975 fuera el Año de la Orientalidad. Se conmemoró el sesquicentenario de los hechos históricos de 1825, desarrollando una concepción de la Historia autoritaria, excluyente y dogmática al servicio de la Doctrina de la Seguridad Nacional y el terrorismo de Estado.7 Por otro lado, 1975 fue también la afirmación de la llamada “tesis independentista tradicional”.8 Ejemplo de ello es el prólogo de Juan E. Pivel Devoto a la compilación publicada en la colección Clásicos Uruguayos en 1975, que iniciaba con la siguiente afirmación: “La independencia está prefigurada desde los orígenes de nuestra formación social.”9
Los hechos de 1825-1830 constituyen un segundo ciclo independentista fuertemente condicionado por las lecturas de la experiencia de la etapa anterior, donde se mantuvieron y se profundizaron conflictos políticos y sociales abiertos con la crisis revolucionaria, y deben ser estudiados en clave regional, continental y atlántica.
La renovación historiográfica que cobró fuerza luego de la restauración democrática promovió un giro en la mirada. En 1986, José Pedro Barrán publicó un sugerente artículo que, desde el título, marcaba una agenda de investigación: La independencia y el miedo a la revolución social en 1825.10 Barrán sostenía la necesidad de incorporar en el análisis el “problema del mantenimiento del orden interno, auténtica obsesión paranoica —tal su recurrencia y vigor— en las clases altas de la época”. Uno de los aportes más significativos de este artículo consiste en haber puesto de manifiesto la disparidad de intereses aún entre los potenciales aliados contra el dominio brasileño. Si bien identifica un partido independentista de base popular, sostiene que para las élites de 1825, “la independencia absoluta era sinónimo de reparto de tierras, desorden en la producción, mano de obra ocupada en los ejércitos, y lucha entre facciones rivales”, por lo que apoyaban la unión a las Provincias y el sistema de unidad como garantías del orden y la estabilidad. Sin embargo, apunta Barrán, el desarrollo de la guerra, los cambios en la correlación de fuerzas de las Provincias Unidas, “las ambiciones de los estancieros porteños por las tierras orientales” y la mediación británica condujeron a “otro realineamiento de fuerzas sociales y políticas” en 1828 y “todos terminaron apoyando la independencia absoluta, transformada por esas nuevas circunstancias, en garantía de estabilidad y control por los orientales de su propia riqueza.”11
Los estudios sobre las revoluciones de independencia en Iberoamérica, incentivados por los bicentenarios, han abierto significativos avances en el conocimiento histórico de estos procesos. El análisis historiográfico ha separado el estudio de las independencias de aquel referido a la construcción de las identidades nacionales. Los trabajos dan cuenta de las complejidades del proceso revolucionario, sus interconexiones regionales y europeas y el desmantelamiento y transformación de las instituciones, las prácticas y las formas de concebir lo político que operaban en la colonia. Asimismo, se interrogan sobre los viejos y nuevos actores sociales y políticos, sus intereses y los conflictos sociales que acompañaron el surgimiento de nuevas unidades políticas en Iberoamérica. A su vez, particularmente el desarrollo de las historiografías en Argentina, Brasil y Uruguay ha demostrado la riqueza del abordaje regional de procesos interconectados, con intercambios, imposiciones e influencias recíprocas. Sobre esas bases, la formación del Estado Oriental del Uruguay surge como uno de los resultados históricamente posibles. Los proyectos territoriales daban cuenta de la posición del puerto de Montevideo en el comercio regional y transatlántico, el interés por tierras con buenas pasturas y abundantes aguadas para la cría de ganado vacuno, el valor estratégico de los ríos de la Plata, Paraná y Uruguay para las comunicaciones y los intercambios mercantiles, y la búsqueda del orden y la seguridad.12
En 1820 había sido derrotado militarmente el proyecto liderado por José Artigas, que impulsaba la libertad republicana, la unión confederal de los pueblos y cierto igualitarismo social. Si bien parecía ser mayoritaria entre los grupos dominantes montevideanos la idea de que con la separación de la corona española los pueblos habían recuperado sus derechos como tales, el futuro imaginado contemplaba proyectos que iban desde la incorporación a otros imperios bajo la modalidad de protectorados, a la unión o confederación con las Provincias Unidas, así como la incorporación a la monarquía portuguesa y luego al Imperio de Brasil. En la visión de esos grupos, la independencia absoluta era inviable y recién se impuso a fines de la década de 1820, en un contexto regional altamente conflictivo.
En 2025 se cumplirá el bicentenario de la “Declaratoria de la independencia”. Es una buena oportunidad para dejar atrás la visión de la independencia de Uruguay como un acontecimiento histórico prefigurado y cerrado, protagonizado por héroes fundadores que buscaron la supervivencia de una idea política y de una geografía preestablecidas. Los hechos de 1825-1830 constituyen un segundo ciclo independentista fuertemente condicionado por las lecturas de la experiencia de la etapa anterior, donde se mantuvieron y se profundizaron conflictos políticos y sociales abiertos con la crisis revolucionaria, y deben ser estudiados en clave regional, continental y atlántica.13
Materiales auxiliares
La selección se limita a materiales de autores uruguayos disponibles en internet. En primer lugar, las leyes del 25 de agosto de 1825 aprobadas por la Sala de Representantes de la Provincia Oriental del Río de la Plata y la convención preliminar de paz entre el Imperio de Brasil y la República de las Provincias Unidas, ratificada en Montevideo el 4 de octubre de 1828. A continuación se presenta una lista de trabajos, exponentes de las distintas voces de la polémica y análisis historiográficos del proceso histórico y de la conmemoración. La selección es primaria e incompleta, aunque aproxima a las formas en que el tema ha sido abordado a lo largo del tiempo, así como invita a ampliar la búsqueda. Por último, se incluyen algunos materiales audiovisuales realizados en Uruguay en los últimos años.
1) Las leyes del 25 de agosto de 1825 y la Convención Preliminar de Paz de 1828:
Uruguay. Cámara de Representantes, Actas de la Sala de Representantes de la Provincia Oriental 1825, Montevideo, 1961, pp. 50-52.
Disponible en:
https://drive.google.com/file/d/1NRI02Sqnx5InqaSlo2XtRMIbTaAbdplr/view?usp=drive_link
E. Armand Ugon; J. C. Cerdeiras Alonso; L. Arcos Ferrand y C. Goldaracena. República Oriental del Uruguay. Compilación de leyes y decretos 1825-1930, tomo 1, 1825-1834, pp.
84-89.
Disponible en:
https://drive.google.com/file/d/1qnJQc-Xb78eHxGQy8HbDfuvkYjeIEOSV/view?usp=sharing
2) Posturas y debates en la historiografía uruguaya – Cuadernos de Marcha, Nº 4, agosto de 1967. Uruguay. Las raíces de la independencia.
Disponible en: https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/32847
Alberto Methol Ferré. El Uruguay como problema en la cuenca del Plata entre Argentina y Brasil. Montevideo, Editorial Diálogo, 1967. Hay edición reciente bajo el título El Uruguay como problema, Prólogo de Gerardo Caetano. Montevideo, Biblioteca Artigas, Ministerio de Educaciòn y Cultura, 2017. Colección Clàsicos Uruguayos, vol. 204.
Disponible en:
http://bibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/handle/123456789/1211
Cuadernos de Marcha, Nº 18, octubre de 1968. La Patria Oriental. Un debate histórico.
Disponible en: https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/38809
Cuadernos de Marcha, Nº 19, noviembre de 1968. Orientales y argentinos. Disponible en:
https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/38810
Alfredo Traversoni. La independencia y el Estado Oriental. Colección Enciclopedia Uruguaya N° 16, Montevideo, Editores Reunidos, Editorial Arca, octubre 1968.
Disponible
en: https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/6394
Rosa Alonso, Lucía Sala de Touron, Nelson de la Torre y Julio C. Rodríguez. La oligarquía
oriental en la Cisplatina. Montevideo, Ediciones Pueblos Unidos, 1970.
Disponible en:
https://dokumen.pub/la-oligarquia-oriental-en-la-cisplatina.html
Francisco Bauzá, Josè Pedro Ramìrez, Agustín de Vedia, José Espalter, Gustavo Gallinal, Juan Zorrilla de San Martìn y Felipe Ferreiro. La independencia nacional. Tomo 1. Pròlogo de Juan E. Pivel Devoto. Montevideo, Ministerio de Educaciòn y Cultura, 1975. Colección
Clàsicos Uruguayos, vol. 145. Disponible en:
http://bibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/handle/123456789/2598
Pablo Blanco Acevedo. La independencia nacional. Tomo 2. Prólogo de Juan E. Pivel Devoto. Montevideo, Ministerio de Educaciòn y Cultura, 1975. Colección Clàsicos Uruguayos, vol. 146.
Disponible en:
http://bibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/handle/123456789/1211
Juan E. Pivel Devoto y Alcira Ranieri de Pivel (directores). La epopeya nacional de 1825. Montevideo, Barreiro y Ramos, 1975. Disponible en:
https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/68408
José Pedro Barrán. “La independencia y el miedo a la revolución social en 1825”. Revista de la Biblioteca Nacional, Nº 24. Montevideo, diciembre 1986, pp. 65-77.
Disponible en:
http://bibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/handle/123456789/28925
Carlos Real de Azúa. Los orígenes de la nacionalidad uruguaya. 2ª ed. Montevideo, Nuevo Mundo, Editorial Arca, 1991. Prólogo de Gerardo Caetano y José Pedro Rilla.
Disponible en: http://www.autoresdeluruguay.uy/biblioteca/Carlos_Real_De_Azua/lib/exe/fetch.php?media=real_-_los_origenes_de_la_nacionalidad_uruguaya.pdf
Ana Frega. La mediación británica en la guerra entre las Provincias Unidas y el Imperio de Brasil (1826-1828). Estudos Ibero-Americanos. , vol. XXXIV, N° 1, Porto Alegre, Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul, junio, 2008, pp. 36-64.
Disponible en:
https://www.redalyc.org/pdf/1346/134612638003.pdf
Ana Frega. Soberanía y orden en la banda oriental del Uruguay. Espacios de frontera y tiempos de revolución. En: Antonio Annino y Marcela Ternavasio, El laboratorio constitucional latinoamericano: 1807/1808-1830, Madrid, AHILA, Iberoamericana, Vervuert, 2012, pp. 237- 260.
Disponible en:
https://drive.google.com/file/d/1c7-N25ftB7h5-V29sXlS8wl6MyfwwWRM/view?usp=drive_link
Gerardo Caetano. Ciudadanía y nación en el Uruguay del Centenario (1910-1930). La forja de una cultura estatista. Iberoamericana, vol. X, N° 39, 2010, pp. 161-176. Disponible en:
https://doi.org/10.18441/ibam.10.2010.39.161-175
Tomás Sansón Corbo.La historiografía colonial y los fundamentos de la tesis independentista clásica en Uruguay. Anuario del Instituto de Historia Argentina, N° 12, FaHCE- UNdLP, 2012, pp. 2-26.
Disponible en:
https://www.anuarioiha.fahce.unlp.edu.ar/article/view/IHAn12d07/pdf_10
Ana Frega. “«Los terceros en discordia» José Pedro Barrán y la independencia del Uruguay”. Revista de la Biblioteca Nacional, 3ª època, Nº 8. Montevideo, 2013, pp. 85-104.
Disponible en: http://bibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/handle/123456789/30934
3) Multimedia
El Origen. Independencia. Conducciòn: Facundo Ponce de León. Producciòn Mueca Films y Teledoce. Programa emitido en Teledoce en 2015.
Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=Tt2a5LGL9sc ; parte 1
https://www.youtube.com/watch?v=-dtXt6f3YMo ; parte 2
https://www.youtube.com/watch?v=o0_pveiDOTc ; parte 3
https://www.youtube.com/watch?v=_qVrlH9MFQg ; parte 4
https://www.youtube.com/watch?v=hYSDAQPs4Gs parte 5
https://www.youtube.com/watch?v=l3EABVmlfRI ; parte 6
1 Aníbal Barrios PIntos. En la hora de la Patria Vieja. Los feriados nacionales. Almanaque 1990 del Banco de Seguros del Estado. Montevideo, BSE, 1990, pp. 91-95.
Disponible en:
https://www.bse.com.uy/almanaques/flips/1990/files/inc/8a55592c02.pdf y
Ana Frega. El bicentenario en Uruguay. Apuntes para un nuevo debate. Estudios del ISHiR, N° 1, 2011, pp. 13-23.
Disponible en:
https://ojs.rosario-conicet.gov.ar/index.php/revistaISHIR/article/view/89
2 Ibidem, ibidem.
3 Aspectos de la polémica pueden consultarse en Arturo Ardao, La independencia uruguaya como problema, Cuadernos de Marcha, Nº 4, agosto de 1967, pp. 83-96.
4 Mario Etchechury. Uruguay en el Mundo. En Gerardo Caetano (dir.), Ana Frega (coord.). Uruguay. Revolución independencia y construcción del Estado. Tomo 1, 1808/1880. Montevideo, Mapfre, Planeta, 2016, pp. 87-131, p. 106.
5 Véase, entre otros, Carlos Demasi, La lucha por el pasado. Historia y nación en Uruguay (1920-1930), Montevideo: Trilce, 2004 y Gerardo Caetano, Ciudadanía y nación en el Uruguay del Centenario (1910- 1930). La forja de una cultura estatista. Iberoamericana, vol. X, N° 39, 2010, pp. 161-176.
Disponible
en :https://doi.org/10.18441/ibam.10.2010.39.161-175 . Entre los materiales auxiliares se encuentran los informes presentados en las cámaras de diputados y de senadores en ocasión del debate. (Pablo Blanco Acevedo, La independencia nacional… y Cuadernos de Marcha N° 18. La Patria Oriental. Un debate histórico…)
6 Arturo Ardao, La independencia uruguaya…, op. cit., p. 83.
7 Véase Isabella Cosse y Vania Markarian, 1975: Año de la Orientalidad. Identidad, memoria e historia en una dictadura. Montevideo, Estuario Editora, 2023. [1a. ed. 1996].
8 La denominación, así como la crítica de su contenido corresponden a Carlos Real de Azúa, Los orígenes de la nacionalidad uruguaya, Montevideo, Nuevo Mundo, Editorial Arca, 1991, 2ª ed., pp. 161-192.
9
Juan E. Pivel Devoto, Prólogo. En: Francisco Bauzá, Josè Pedro Ramìrez, Agustín de Vedia, José Espalter, Gustavo Gallinal, Juan Zorrilla de San Martìn y Felipe Ferreiro. La independencia nacional. Tomo 1. Montevideo, Ministerio de Educaciòn y Cultura, 1975, p. vii.
10 Revista de la Biblioteca Nacional, Nº 24. Montevideo, diciembre 1986, pp. 65-77. Disponible en:
http://bibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/handle/123456789/28925 .
11 Ibidem, p. 76.
12 Ana Frega (coord.), Historia regional e independencia del Uruguay. Proceso histórico y revisión crítica de sus relatos. Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 2009, pp. 14-15. 13 En esa línea está trabajando el programa “Claves de la Independencia: proceso histórico, construcción historiográfica y conmemoraciones en tiempos de bicentenarios” del Grupo I+D del que junto a Nicolás Duffau soy responsable académica, con financiamiento de la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad de la República.