Sin dudas esto es lo peor que le ha pasado al fútbol de Rivera, en sus más de 120 años de historia documentada
Del sudor de la gloria al coágulo infame de la sangre de inocentes.

Nunca antes pasó algo que siquiera pudiera compararse, y lo afirmo con la certeza de quien tiene más de medio siglo de activo protagonismo directo e indirecto, pero además nutriéndome de información bibliográfica, en las ya ni tan pocas ediciones publicadas en formato libro, diarios, revistas, sitios de internet, páginas, perfiles etc. Por eso lo digo y lo afirmo, es lo peor que nos ha pasado y no hay con qué darle.
Líos, trompadas, peloteras, quilombos, si claro, que a montones, hasta alguna gresca generalizada que hace algunos años nos puso en alerta, pero como esto nunca.
A ver si me explico, siquiera en los tiempos de los guapos compadritos arrabaleros, que se camuflaban debajo de los farolitos, a nadie jamás se le ocurrió llevar un cuchillo a la cancha, y si lo llevó, por ahí por descuido, jamás de los jamases se le ocurrió sacarlo, ni mucho menos usarlo.
Esto es lo peor, pues tiene todos los ingredientes necesarios para ser lo peor, tiene premeditación, intencionalidad, saña y alevosía a límites de lo psicótico.
Es lo peor pues involucra a menores, es lo peor porque golpearon para matar, por lo que es un ni más ni menos un homicidio (o varios en el grado de tentativa), es lo peor pues llevaban armas de guerra (blancas, pero de guerra) las mismas que usaron los hutus contra los tutsis en el genocidio de Ruanda, así de fácil: armas de guerra.
Pero ojo que lo peor (aunque cueste creerlo) no está en el acto en sí, que de por si es terrible, terrorífico, espantoso, pues en verdad creo que lo peor, no fue el momento sino que el antes y el después.
Porque arranquemos por el antes, ya de arranque no se puede organizar un espectáculo público con la participación de menores después de las diez de la noche (horario de protección al menor) y hacerlo constituye una violación infraganti de la legislación, pero además como si eso fuese poco, mucho menos se puede organizar un espectáculo público en un lugar ya de por si peligroso por las noches, sin que se tomen todas las precauciones necesarias para garantizar la seguridad de protagonistas y actores; y acá no solo no se tomaron todas, sino que no se tomó ninguna, y eso es gravísimo.
Acá entre nosotros, los llevaron a la emboscada, consciente o irresponsablemente sin poder calibrar cuál de los dos es peor.
Pero si el antes fue fulero, lo después fue aún peor, pues pasado ya 24 horas de la catástrofe, (pues no se puede decir otra cosa), nadie ni de la Liga, ni de la OFI, ni Secretaría de Deporte, ni nadie con un mínimo de legitimidad salió a hacer nada, siquiera decir nada.
Pues en verdad, si hubiese algún dejo de seriedad (que no la hay) aquí si justificaría un detenimiento inmediato e instantáneo de toda actividad oficial del fútbol, habría de ser necesario una atención grupal y personalizada a victimas y testigos; atención psíquica, psicológica y espiritual, pues eso trauma de solo verlo, qué va… de solo imaginarlo traumatiza a cualquiera; porque seamos francos, solo en pensar ver el accionar de un grupo criminal asestándole golpes de machete a adolescentes casi niños, nos hace revolver el triperío de asco e impotencia.
Tocamos fondo, y ya ni hablo del fútbol local que hace ratos creo que está en el sótano fúnebre de la morgue institucional, sino que como sociedad, pues aquello de que debemos apostar al deporte para alejar la juventud de la droga y la violencia, cayó estrepitosamente por el piso, y sin levante.
Qué madre, qué padre, qué abuelo puede confiar desde ahora en que cuando el gurí sale para jugar un partido oficial de una liga supuestamente seria, va a volver en un cajón con la yugular disecada, cosa que no pasó apenas por mala puntería de los criminales, y sanseacabó, porque ganas no les faltó.
Es muy difícil para mi y mi generación que seguíamos al fútbol en las páginas deportivas de los diarios, andar ahora basculando las policiales para saber de resultados.
Yo soy hincha de Frontera, eso todos lo saben y soy hincha del Frontera en AUF, en la Liga, en Los veteranos, en fútbol infantil y donde sea. Soy hincha rojo, pero hoy no escribo como tal, sino que como hincha del fútbol, y más aun que como hincha, como protagonista de un tiempo que supo de glorias y festejos y hoy ve como por obra de facinerosos antisociales, mi mundo se me desmorona debajo de mis pies, y por lo menos creo tener el derecho a gritar mientras veo la imagen de una casaca ayer mojada por el sudor de la gloria, hoy mancillada por coágulos de sangre de adolescente casi niños.



